sábado, 1 de diciembre de 2012

Micro versión.

En el blog así como en la página de Facebook el grupo El Edén de los Novelistas Brutos convocó una fase de un juego en la cual se deberían enviar tres microrelatos comprendidos entre Comedia/Terror/Misterio con una limitación especial de caracteres exactos. Hubo una lucha enorme en cuanto a la calidad haciendo que los míos no fueran elegidos pero quedaran en posiciones muy cercanas.

Pues bien, tambien se convocó el deseo de que entre todos los micros enviados uno de ellos por sorteo tocarían a aquellos que desearan para poder, basados en ellos, crear otro magnífico texto.

Como veréis Angie Leal consigió un excelente trabajo de mi microrelato.

Karma

Por Angie Leal Rodríguez.

Basado en Fantasma de William Fleming



                                                   Tenía miedo de que aquellas personas siguieran en la casa.
                                                   Desde su ático, recogió la bola de su tobillo,
                                                   viendo cómo se alejaban asustados.


-1-
Escuchó el zumbido de un objeto entrando por la ventana. Habían pasado muchos días desde la última vez que un ángel le lanzara algo de comer. Hacía frío y el viento helado pasaba libre ante la ausencia de vidrios, colándose hasta el último rincón del ático; estaba hecho un guiñapo, semidesnudo, descalzo, enjuto, débil hasta para respirar.
Perdió la cuenta de los días que llevaba ahí, se convirtieron en meses… muchos. El grillete se ceñía a su tobillo y le era cada vez más difícil dar pasos. Sus lamentos rompían la monotonía del ocaso. No lloraba, se le habían acabado las lágrimas.
Aún recordaba ese dieciocho de abril en el que, cobijado por el manto oscuro de la noche, entró al hogar de los Morgan y sigiloso como un gato roció el exterior de la casa con varios galones de gasolina y le prendió fuego.
-2-
Disfrutaba ver crecer las llamas, sentir el calor que emanaban, imaginarse a Mr. Morgan despertando asustado haciendo lo imposible por sacar a su esposa y a sus tres pequeños hijos de la casa ardiente; pero no lo lograrían, se achicharrarían cual bombones en fogata, gritarían de dolor al sentir su piel encogerse y quemarles hasta el alma, tal vez el humo llenaría sus pulmones y tuvieran una muerte rápida, pero sería mejor que sufrieran, que se retorcieran de dolor. Nadie pudo hacer nada.
Pasaron los días y su conciencia no lo dejaba tranquilo, se entregó a las autoridades, lo condenaron a cadena perpetua, pero no en una cárcel común, sino en los restos de la casa Morgan… sí, ahí mismo.
Tras mínimas labores de limpieza y aprovechando que la vivienda quedaba alejada del vecindario las autoridades acordaron que no habría mejor prisión que ésa, así nunca olvidaría su crimen, viviría atado a un pesado grillete de por vida en un desvencijado ático a punto de ceder, con la puerta llena de cadenas, causando lástima y horror, despertando ansias de venganza y a merced de la caridad de alguna que otra persona que de repente le aventaba un pan duro o alguna botella con agua.
-3-
Una anciana y su nieto se alejaban presurosos, asustados, pero conformes con su deber cristiano.
Con dificultad levantó la bola y logró alcanzar la comida. Abrió la bolsa y empezó a comer ansioso.
Esa fue la última vez. Al día siguiente sus ojos no le mostraron la luz.
Fuente: EL edén de los novelistas Karma

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