martes, 15 de febrero de 2011

WORDLINK A As´History Parte 2

Durante horas los compañeros vagaron por un terreno yermo, cada vez que se acercaban al territorio donde estaba el templo de OSMIO, podían comprobar como la tierra moría un poco, de los verdes prados, los valles coronados de nieve, y las cuencas de los ríos con árboles de todos los colores, pasaban a un mundo seco, frío, oscuro, muerto.

En la entrada del templo, una enorme herida en la montaña, no se podía diferencia la magnanimidad de todo lo que habría dentro enormes modificaciones en la roca pero sin dejar el aspecto creado por la naturaleza, las estalactitas y estalagmitas reinaban a los bordes de una camino empedrado con rocas de un color blanco.

-Estas enormes ESTARTITAS, siempre me han dado algo de miedo-dijo Carlein.
-Estalagmitas-dijo Wal, corrigiéndolo. Miró al techo enorme de la cueva y las estalactitas también le daban una especie de pavor y si de un terremoto se partían, serian empalados por esos enormes piedras.

Mientras cruzaban aquel empedrado como aquellas personas en un mundo llamado Oz como decían unas viejas crónicas, pensaban en las enormes letras que ya casi veían brillar en tonos dorados en lo alto de la cúspide del templo de arquitectura griega: "Que la ROSA guié al SALTEADOR" Una frase que solo los entendidos podían ver si significado verdadero.
Al llegar a las enormes escaleras, la pareja contemplo como un halo de luz venida desde una de las aberturas de la roca dejaba pasar enormes rayos por donde verían la luna llena, pero ahora hacían que las letras brillaran como si fuera el sol anterior.

Arriba de todo estaba un acolito, el guardia podíamos decir. Con una enorme toga gris ocultaba su cara con una capucha dejando en oscuridad su cabeza.

-ASTERISCO deseamos ver a la pitonisa AHORA. Este movió la cabeza, como si estuviera rezando y afirmo. Los dos le siguieron mientras contemplaban la enormidad de todo, las crónicas eran verdaderas.

Mientras se acercaban al interior del templo, una espaciosa sala rodeada de columnas donde el techo estaba abierto dejando ver aquel hueco en la roca. Una enorme pira llameaba en su centro mientras eran rodeados por mas acólitos con las mismas togas pero esta vez de un color negro como la oscuridad, una ORACIÓN de sonido gutural y NAUSEABUNDO, como si la misma muerte chillara. Y seguido los estallidos de tambores como si fueran tocados por huesos ÓSEOS...

-Has venido a la muerte-dijo el eco de una voz.

Continuará la próxima semana...

lunes, 14 de febrero de 2011

EL DÍA DE SAN VALENTIN AVANCE

Con la luz matutina, los rayos del son entraban furtivos en una habitación vacía de pesadillas nocturnas, llena de amor y sexo... Uno de los rayos se posó en el tobillo de Emma, y mientras pasaban los minutos, en los cuales mi sorpresa tomaba forma, el rayo se deslizaba por su pierna, su muslo, su cadera, como si el mismísimo dios Helios la acariciara.

Su cuerpo, se movió en respuesta del calor, que entraba por la ventana abierta. Los pájaros empezaban a cantar sus dulces melodías, invitándole a salir del reino de Morfeo. Emma sacó un hombro de entre las níveas sábanas, se estremeció cuando el rayo de sol le acarició el brazo, posándose en su hombro, esperando...

Con las manos ocupadas, toqué con el hombro la puerta, esperando que no hiciera ningún ruido. Entré en la habitación y comprobé la escena afrodisíaca:

Las cortinas, se mecían ante una suave brisa que entraba por la puerta del pequeño balcón. Un pájaro se posó en la barandilla, y cantó durante unos segundos una dulce melodía para luego levantar el vuelo y marcharse.

Emma yacía en su lado izquierdo de la cama, pero con todas las sábanas enrolladas sobre sí misma. Su cabello, rojo fuego, brillaba de forma espectacular con la luz de la mañana y su tono de piel resaltaba más su belleza, con el blancor del conjunto. Ahora, comprendía porque estaba tan insistente, con el sumo gasto que conllevaba esas sábanas.

Dejé la bandeja cerca de la cama y cogí el capullo de rosa blanca. Me acerqué al lado de donde ella dormía, en la quietud de la mañana, podía oír su respiración, su calmada y acompasada respiración.

Con la flor, recorrí su cuerpo fuera del calor de las sábanas: sus pies, que se movieron en un espasmo, le hacía cosquillas. Su muslo, terso y firme, y el hombro con el tatuaje de una rosa y la inscripción: SPINARUM COR.

Aparté el cabello y le soplé lentamente en la oreja. El pendiente de diamantes, de la abuela Gretchen, brilló al contacto con los rayos del sol, sería una señal de buen augurio ante lo que me esperaba. No obtuve ningún resultado, volví a soplar, algo más insistente; esta vez, Emma hizo una mueca aún dormida. Otro soplido, como si una mosca, le estuviera zumbando en el oído, la apartó con la mano. Ya estaba casi despierta, se movió, colocándose boca arriba.

Morfeo no quería darme cual Perséfone.

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domingo, 13 de febrero de 2011

Y sólo cuando tus ojos se han posado en mi mirada

me siento calmado,

sólo cuando tus labios han caído sobre los míos,

me siento calmado,

sólo cuando me dices te quiero al oído,

me siento calmado,

sólo cuando estás tú en el universo,

me siento calmado.

Sólo tus manos, tu pelo, tus pechos, tus brazos y muslos,

me relajan en momentos de terror profundo,

sólo tú y solo contigo,

me siento calmado.