domingo, 10 de junio de 2012

RENACIMIENTO

Fuente

Fue fácil matarlo.
Aunque no tan sencillo esconder el cuerpo: una pierna aquí otra allá, un brazo por otro lado... Al final cuando la policía se hubo marchado, el doctor Frankenstein pudo terminar su tarea de olvidarse de aquella pesadilla. Esta vez había ganado.

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