Suspiró con uno
de los ojos levitando en medio de la habitación; el parpadeo de este, más como
un tic de ira, parecía hablar en morse «Eso
no cabrá ahí, ja, ja, ja» sentía reír a ese ojo malsano. Encajaba en una y
otra maleta, doblaba otra vez como un alumno suspenso en la clase de
papiroflexia, la ropa para colocarla. «Mejor
es jugar al Tetris, al menos cuando haces líneas desaparecen» se carcajeaba
el tic nervioso. Las manos le temblaban, lo que parecía tarea sencilla era una
tiránica entelequia. Hasta que al final, con la fuerza del semi-dios griego,
cerró la cremallera con gigantesca sonrisa de satisfacción. «Ahora no dices nada, ¡ehhh!» sentenció
con un dedo acusador a la imagen reflejada en el espejo del armario. Su tic
paró. Callado por haber conseguido el reto.
Un sonido
lento como de un tren viniendo en la oscuridad del túnel, se hacía cada vez más
presente. La sonrisa, sus manos en jarras, cual pose de superhéroe se difuminaron
en el espejo mientras un géiser de camisetas, calzoncillos y camisas bailaba a
su espalda.
3 comentarios:
Oh, mira que acabo de relacionar este escrito con un hecho! Y creo que sé a qué hecho pertenece... Ya hiciste maletas, querido Will?
Una imagen muy curiosa...
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Qué eso no sea nada ¡,un abrazo.
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